ARQUEOLOGÍA EXPERIMENTAL

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UNA HERRAMIENTA PARA EL CONOCIMIENTO DE LA PREHISTORIA

Resumen:

La Arqueología Experimental es una disciplina científica en auge que facilita la comprensión de las diferentes actividades desarrolladas por el ser humano a lo largo de la Prehistoria. Su dinamismo y visualidad la han convertido en una excelente herramienta de transmisión de conocimientos tanto en la divulgación como en la didáctica. En los últimos años la Arqueología Experimental está llegando a las aulas universitarias aportando un nuevo enfoque a la interpretación de los modos de vida del pasado prehistórico, al presentar con una gran interactividad los diferentes procesos de producción de instrumentos. En este artículo se presenta un estado de la cuestión y un ejemplo práctico de la aplicación de la Arqueología Experimental como herramienta didáctica en la Universidad de Burgos.

INTRODUCCIÓN
En la actualidad la Arqueología Experimental esta cobrando una especial relevancia dentro, no sólo de la investigación científica, sino también en los campos de la divulgación y la didáctica de la Prehistoria. Su dinamismo, visualidad, así como el factor lúdico de esta modalidad científica la convierte en una excelente herramienta para acercar a la sociedad actual, y en concreto a los alumnos universitarios, los diferentes modos de vida desarrollados por los grupos humanos del pasado.

Al mostrar de forma práctica y participativa la técnica de producción de una herramienta se adquiere un conocimiento más completo de cómo el ser humano desarrolló
los diferentes procesos técnicos, los materiales empleados, con qué tipo de problemas se enfrentó, cómo pudo superarlos, cuáles eran sus objetivos y a qué posibles fines podría destinar cada instrumento. Es una forma de acercarse a la comprensión de los patrones adaptativos de los homínidos intentando recrear aspectos potenciales de sus formas de vida (Coles, 1973) así como de dotar de una base empírica que contraste en tiempo real las interpretaciones realizadas por otras metodologías (Baena, 2007). A este hecho se suma el dinamismo interpretativo de esta modalidad científica, que la convierte en un excelente apoyo para
comprender y comunicar los aspectos básicos del sistema socio cultural de los grupos humanos del pasado.
La Arqueología Experimental se ha convertido en los últimos años en una importante herramienta didáctica y educadora de los centros de interpretación arqueológicos, museos y aulas universitarias por su gran capacidad para transmitir conocimientos. Por estas razones, desde el Área de Prehistoria de la Universidad de Burgos, se planteó por uno de nosotros (C.D.) en 1999 una asignatura optativa, denominada “Tecnología Prehistórica”, dentro de la Licenciatura de Humanidades, la cual pasó a impartirse con posterioridad como de Libre Elección con la finalidad de que pudiera ser cursada desde cualquier plan de estudios (Diplomatura en Educación, Diplomatura en Turismo, Ingenierías técnicas, etc.) de la Universidad de Burgos.

ESTADO DE LA CUESTIÓN. ¿QUÉ SABEMOS DE LA PREHISTORIA?
Hasta la última década del siglo pasado era habitual que en los colegios los contenidos referentes a los tiempos prehistóricos se limitasen a unas pocas páginas de los
capítulos introductorios de los manuales de Ciencias Sociales. En ocasiones, no existían referencias a dicho periodo y se hacía coincidir el inicio de la historia de la humanidad con el desarrollo de las grandes civilizaciones del Próximo Oriente (Egipto, Mesopotamia, etc.)(Bardavio, 1999). De esta forma, se discriminaba una gran parte de nuestra historia, en la cual se habían gestado las principales características que nos definen como humanos y nos diferencian del resto de animales. El bipedismo, la encefalización, la fabricación de herramientas, la aparición del lenguaje articulado o la producción de energía (fuego) son acontecimientos históricos tan importantes como el descubrimiento de la escritura, de la gravedad o de la máquina de vapor. Sin embargo la explicación de estos contenidos apenas tenía trascendencia, llegando incluso en ocasiones a omitirse por completo.
La situación comenzó a cambiar con las reformas educativas de la década de los 90. A partir de esos momentos, la Prehistoria se configuró como un bloque de contenidos más en el currículo de los alumnos. Este bloque, que puede desarrollarse en una o varias unidades didácticas, se imparte en el primer ciclo de la ESO. Bajo el título “Cazadores y recolectores. Cambios producidos por la revolución neolítica. Aspectos significativos de la Prehistoria en el territorio español actual” se explica cómo se produjo el proceso de hominización y el desarrollo y evolución de los primeros grupos humanos (Equipo Edebé, 2002).

La principal ventaja de esta transformación curricular radica en que ahora los alumnos adquieren una serie de conocimientos sobre la Prehistoria antes de llegar a la
universidad (Boj, 2001). Es en los estudios superiores donde los alumnos que deciden cursar las carreras de Historia y Humanidades profundizan sobre todo este periodo, ampliando el bagaje de conocimientos referentes a dicha temática.
Uno de los problemas existentes en la didáctica de este periodo se sitúa en la forma que el alumno, tanto de secundaria como de universidad, recibe estos contenidos. Nuestra experiencia nos ha permitido constatar que los alumnos son receptores pasivos de toda una serie de datos cuyo fin último es secuenciar los acontecimientos históricos asociados a ellos. Esta forma de transmitir conocimientos, heredera en gran medida del historicismo del siglo XIX, ha permitido construir una Prehistoria unilineal basada en una “evolución” de periodos culturales (Paleolítico, Neolítico, Edad de los Metales) con sus consiguientes subdivisiones. Con esto, la percepción que el alumno recibe de este amplio periodo es que los grupos humanos han ido “progresando”, adquiriendo diferentes avances tecnológicos que desembocan en el origen
de las grandes civilizaciones.
Esta forma de enseñanza se ha articulado en base a una lectura parcial del registro arqueológico, priorizando el estudio de los objetos en vez de entender y comprender los procesos de fabricación. Por tanto vemos como la Prehistoria se ha construido en base a “acontecimientos”, los cuales quedaron materializados con sus correspondientes descubrimientos tecnológicos (piedra tallada, cerámica, fundición de metales, etc.).
En resumen, tenemos como el alumnado conoce qué ocurrió pero no cómo ocurrió, o dicho en otras palabras es capaz de construir una lectura diacrónica de este periodo a través del estudio de los objetos (restos arqueológicos), pero desconocen de que manera se desarrollaron todos estos cambios.

Imagen 1: Cuadros cronológicos sobre el Paleolítico en manuales del primer ciclo de la ESO (Cortés et al.,
1995: 17; García et al., 2002: 7)

¿QUÉ ES LA ARQUEOLOGÍA EXPERIMENTAL?
La Arqueología Experimental es una disciplina científica que reproduce las estrategias, gestos y técnicas documentadas en el registro arqueológico para contrastar
hipótesis referidas a procesos tecnológicos. De la misma forma, es una excelente herramienta de carácter divulgativo y educador, que facilita a la sociedad y a los alumnos la comprensión de los procesos técnicos, de los avances y manifestaciones culturales y de los modos de vida pretéritos.

 Orígenes
La experimentación en Arqueología surge de forma prácticamente paralela a ésta, aunque en sus inicios estuvo centrada básicamente en el instrumental lítico. Por el contrario, la Arqueología Experimental, entendida como una práctica científica o como instrumento de divulgación de conocimientos, es un fenómeno relativamente reciente que sólo ha comenzado a desarrollarse durante la segunda mitad del siglo XX.
La reproducción de objetos líticos, así como la observación y descripción de talladores de grupos cazadores y recolectores de América, Asia y Oceanía, fue una práctica
que se empezó a llevar a cabo en el contexto de las primeras expediciones científicas durante el siglo XVIII (Alonso, 2008). Las reproducciones, asociadas a los estudios
prehistóricos, pueden remontarse al final del siglo XIX con las primeras experiencias desarrolladas por Sven Nilsson y Sir Jonh Evans (Nilssón, 1868; Evans, 1890). Esta disciplina surge ante la necesidad de los primeros investigadores de probar si los elementos arqueológicos, principalmente piedras talladas, eran de hecho auténticos artefactos realizados por el ser humano. Asimismo, se comienza a experimentar la utilidad de estos instrumentos prehistóricos y a describir los tipos de fractura del sílex, definiendo las características de ciertos elementos técnicos como el bulbo de percusión (ibidem; Joly, 1894; Muller, 1903).
Ya desde la década de los 90 del siglo XIX comienzan a plantearse las bases de la experimentación arqueológica como disciplina científica distinguiéndose los pasos en el estudio metodológico de los instrumentos prehistóricos así como las principales técnicas de producción y sus variables (Holmes, 1894). El marco teórico se instala en esos momentos, adoptando el uniformitarismo como vía de conocimiento de los procesos pretéritos.
En la primera mitad del siglo XX los estudios sobre los instrumentos prehistóricos se han centrado básicamente en la realización de clasificaciones cronológicas y listas
tipológicas basadas en la morfología final de los utensilios. Este hecho implicaba que las experimentaciones se centraran en la reproducción de los instrumentos más característicos.
Estas clasificaciones de instrumentos estuvieron acompañadas por estudios de viajeros y etnógrafos relativos a los modos de vida, de los cultos, de las relaciones de parentesco y de otros elementos culturales no líticos como las cabañas, los atuendos corporales o los ritos funerarios. A partir de la segunda mitad del siglo XX se produce una adquisición de un carácter más científico al impulsarse el análisis de las técnicas y una pérdida de la búsqueda de lo estético (Bordes, 1947; Neill, 1952). A pesar de este hecho, la Arqueología Experimental quedó en un segundo plano, a la sombra del marco teórico imperante en el momento que valoraba las culturas por su capacidad de elaborar instrumentos bellos caracterizados por una marcada simetría. Esto motivó que la mayoría de los trabajos se centraran en analizar
únicamente los útiles en su forma final, sin entrar a valorar otro tipo de restos arqueológicos derivados del proceso de producción de dichos objetos.
A partir de los años 60 hubo un cambio en los planteamientos científicos de la Arqueología Experimental al incorporar el concepto de cadena operativa (Mauss, 1947,
Leroi-Gourham, 1964, Pelegrin et al., 1988), por el que los objetos arqueológicos se analizan y reproducen a partir de una serie de procesos técnicos y tecnológicos que van desde la elección de la materia prima hasta el abandono del elemento realizado, pasando por su producción y utilización. De esta forma, la Arqueología Experimental ha aportado una mayor objetividad global en el análisis de los elementos culturales (Semenov, 1957; Geneste, 1988; Karlin, 1991) fundamentándose en el establecimiento de las relaciones existentes entre un sistema técnico y la organización socioeconómica que las ha producido (Lemonnier, 1976; Carbonell et al., 1983; Kelly, 1983; Pelegrin, 1990; Ramos, 1999).
En la actualidad, la experimentación se ha mostrado como una excelente metodología en la verificación de hipótesis al introducir nuevos parámetros de análisis como los gestos, secuencias, cualidades de los materiales, tiempos de elaboración, así como, aprendizaje y capacidades (Boëda et al., 1990; Ploux, 1994; Baena, 1998; Terradillos y Alonso, 2008 interalia).
De la misma forma, en las últimas décadas se está empleando la Arqueología Experimental como un magnifico instrumento para transmitir los conocimientos científicos a los distintos sectores de la población no implicados en la investigación desde diferentes ámbitos y en variados contextos.

 De qué al cómo ocurrió
La aplicación de la Arqueología Experimental al campo de la didáctica es algo relativamente novedoso. No es así en otros campos como la museología, donde la
Arqueología Experimental comenzó a utilizarse con la aparición de los primeros Parques Arqueológicos en los países del norte de Europa durante la década de los 70 (Coles, 1973).
En nuestro país todo este tipo de experiencias comenzaron a desarrollarse desde finales de los 90, siendo en la actualidad una de las principales herramientas utilizadas tanto en los Parques Arqueológicos como en los principales Museos (VV.AA., 2005). La aplicación de estas herramientas permite acercar al gran público de una manera amena y divertida como se produjeron los principales avances tecnológicos acontecidos durante la Prehistoria (diferentes formas de tallar la piedra, cómo hacer herramientas en hueso, de qué manera se pude fabricar una cuerda, etc.) (Luque, 2001). Sin embargo la Arqueología Experimental es mucho más que un juego (Baena, 1997, Ramos et al, 2007), es una excelente herramienta que supera con creces su factor lúdico para convertirse en una disciplina que mediante la experimentación, recogida de datos y verificación de hipótesis nos permite conocer empíricamente como realmente se desarrollaron estos procesos tecnológicos en el pasado.
Su aplicación dentro del ámbito académico español es algo aún muy novedoso. En la actualidad asignaturas de Arqueología Experimental sólo forman parte de los planes de estudios de la Universidad de Burgos y de la Universidad Autónoma de Madrid. Sin embargo, empieza a generalizarse el desarrollo de “experiencias” experimentales como complemento de algunas asignaturas. En estas asignaturas sigue primando la forma tradicional de transmisión del conocimiento, basada en la toma de apuntes por parte del alumno y en el dictado de clases magistrales por parte del profesor.
Nuestra experiencia nos está permitiendo comprobar como la Arqueología Experimental es una perfecta herramienta para explicar procesos complejos como los
tecnológicos. En ella el alumno pasa de ser el sujeto pasivo que simplemente asimila conceptos, para convertirse en sujeto activo en sus propias experimentaciones. De la misma forma se supera el factor lúdico que esta disciplina ha desarrollando en los ambientes museísticos para dejar paso al método científico como única forma objetiva para conocer el pasado. Para ello se sistematizan todos los experimentos realizados haciendo especial hincapié en cada uno de ellos en los siguientes aspectos:

1. Estudio de un elemento del registro arqueológico
2. Planteamiento del problema a resolver
3. Enunciación de ideas y/o hipótesis
4. Diseño de la experimentación
5. Preparación del experimento
6. Realización del experimento y recogida de datos
7. Análisis de los resultados experimentales
8. Comparación de los resultados obtenidos con el material arqueológico
9. Grado de validación de la hipótesis de partida

De esta manera conseguimos dos objetivos básicos para la praxis arqueológica. En primer lugar el alumno no sólo conoce qué sucedió sino cómo sucedió. En segundo lugar se logra familiarizar al alumnado con la utilización del método inductivo (Bacon, [1620] 2002) y el método hipotético-deductivo de Newton, entendido este último como un paso más del método baconiano, como las formas correctas para interpretar una realidad material como es el registro arqueológico.

 UN EJEMPLO PRÁCTICO EN LA UNIVERSIDAD DE BURGOS
En la Universidad de Burgos se viene ofertando desde el curso 1999-2000 con una gran aceptación una asignatura de libre elección denominada “Tecnología Prehistórica” (tres créditos). Esta asignatura surge con una doble finalidad: generar referentes de las principales actividades desarrolladas a lo largo de la Prehistoria y presentar las técnicas, tecnologías y modos de vida del pasado desde una perspectiva más visual, interactiva y con una programación de objetivos.
Esta asignatura esta planteada para un grupo máximo de 15 alumnos y en ella se presentan los principales avances tecnológicos producidos durante la Prehistoria de una manera eminentemente práctica. El objetivo se centra en que el alumno desarrolle varios programas experimentales relacionados con estos procesos tecnológicos para que comprenda con una mayor claridad cómo el ser humano de la Prehistoria planificó sus acciones, cuáles eran sus objetivos, las diferentes técnicas, materias primas, productos y subproductos así como su posible funcionalidad.

El objetivo principal de esta materia curricular es realizar un cambio en los planteamientos de la didáctica de la Prehistoria, presentando los principales descubrimientos tecnológicos (talla, pulimento, fuego, cerámica etc.) dentro de una secuencia marcada por la selección de determinados materiales, así como por secuencias de gestos y técnicas que desembocan en un instrumento final potencialmente útil.
La asignatura se ha dividido en cinco módulos diferentes: trabajo de la piedra (talla y pulimento), trabajo del hueso (corte, talla y pulido), extracción de materias blandas(descuartizado, cordajes, grasa), agregación de minerales (pintura y cerámica) y tecnología pirotécnica (producción de fuego). Cada módulo se estructura con una presentación preliminar acompañada de un dossier didáctico. Continúa con una demostración práctica por parte del docente y con la realización de la experimentación por parte de los alumnos (guiada por el docente). Finalmente cada clase termina con una recogida de impresiones y valoración de la sesión por parte de los alumnos.
El primero de los módulos impartidos en esta asignatura tiene como temática el trabajo de la piedra, tanto por medio de la talla como por el pulido. Los estudios sobre la industria lítica ocupan un lugar protagonista en las investigaciones prehistóricas por su importancia cuantitativa y por ser el principal testimonio cultural de los homínidos durante la Prehistoria. La tecnología lítica se reconoce en el registro arqueológico desde hace 2,6 millones de años en África del Este y se ha continuado realizando prácticamente hasta la actualidad (producción de piedras de fusil y de trillos).

Imagen 2: Cuadros resumen sobre la producción de herramientas líticas. A la izquierda manual de primer
ciclo de la ESO (Cortes et al., 1995: 13). A la derecha manual universitario (Carbonell, 2005: 471)

En la presentación inicial de la talla lítica se muestran los mecanismos de fractura concoide, las materias primas más apropiadas (sílex, cuarcita, cuarzo y obsidiana), los gestos (muñeca, brazo y antebrazo), las principales estrategias (percusión dura, percusión lanzada, percusión blanda y presión) y los principales ejemplos de producción de lascas (cantos tallados unifaciales y bifaciales, esferoides, discoides, levallois y laminares) y de instrumentos (choppers, bifaces, raederas, buriles, raspadores y denticulados ).
La talla experimental ha permitido introducir a los alumnos dentro de conceptos tales como cadenas operativas, selección de materias primas, percutor, bulbo, talón,
configuración/explotación etc. que facilitarán la comprensión de esta tecnología prehistórica.

Por su parte, el pulido de la piedra se practica básicamente en la fase final de la Prehistoria (Neolítico y Edad de los Metales) principalmente para el trabajo de la madera, los cultivos, la ornamentación personal y las ofrendas funerarias. Con esta práctica los alumnos experimentan con diferentes materiales (ofita, cuarcita, sílex y silimanita) y técnicas (abrasión en seco y húmedo, pulimento y bruñido), con lo que además de conocer la técnica podrán diferenciar los recursos más óptimos para la confección de hachas, azuelas y abalorios pulimentados y determinar sus utilidades.
El segundo módulo se centra en la confección de instrumentos en hueso y asta (corte, talla y pulido). De esta forma, a partir del corte de segmentos, la talla con un percutor de cuarcita y de la aplicación de la técnica de abrasión con arenisca los alumnos realizan herramientas que han sido comunes a lo largo del Paleolítico superior y Neolítico (azagaya, punzón o una aguja) En el tercer módulo se aborda la extracción de materias blandas (descuartizado,cordajes y grasa). En esta actividad los alumnos proceden (bajo la supervisación del docente) a realizar todos los procesos de aprovechamiento de un animal (despellejado, descarnado, evisceración, extracción de la grasa, curtido de la piel, elaboración de cordajes con intestinos y tendones…) con los instrumentos en piedra elaborados en el módulo anterior
(lascas, cuchillos, raederas, raspadores enmangados…).
La agregación de minerales (pintura y cerámica) es la temática central del cuarto módulo. Se inicia con el análisis de representaciones simbólicas del Paleolítico superior (periodo cultural que se desarrolla en Europa entre hace 40.000 y 10.000 años y se caracteriza por la presencia ya de una única especie humana, la nuestra). Se experimenta con los diferentes materiales empleados por los homínidos para realizar las pinturas (carbón vegetal, pigmentos minerales etc.), las técnicas (digital, pincel, tamponado, aerógrafo, estampado de manos etc.) y la temática (animal, antropomorfos, abstracta…). Con estas prácticas los alumnos tienen la posibilidad de utilizar un aerógrafo, fabricar sus propios pinceles, elaborar sus pigmentos y dar rienda suelta a su creatividad sobre diferentes tipos de soportes.
En relación a la tecnología cerámica, los alumnos experimentan con diferentes materiales, grados de humedad, técnicas (vaciado, churro etc.), decoración (impresión,
incisión, repujados, calados, esgrafiados etc.) así como los diferentes tipos de cocción(oxidante, reductora y mixta).
Finalmente, en el quinto módulo se analizan las diferentes técnicas desarrolladas para producir fuego. La obtención del fuego ha sido una de las principales revoluciones tecnológicas acontecidas durante el proceso de hominización. Ahondar en los orígenes y en las técnicas empleadas para la producción del mismo son los objetivos principales de este módulo. Para ello se van a realizar diferentes prácticas de producción tanto por la técnica de percusión (utilizando un fragmento de pedernal y pirita o marcasita), como por la de fricción de madera (manual o con el apoyo de un arco) profundizando principalmente en la postura corporal y materiales empleados (tipos de madera, cordajes, rocas etc.).
A estos cinco módulos hay que sumar la utilización de forma transversal en esta asignatura de la Arqueología Experimental como disciplina de investigación de carácter
hipotético-deductivo. De esta forma, en cada módulo se plantean una serie de hipótesis sencillas que los alumnos deben contrastar por medio de la experimentación. De la misma forma, todos estos módulos están interconectados por medio de la realización de actividades que combinan diferentes tecnologías como por ejemplo los enmangues de instrumentos (talla lítica, trabajo de la madera o asta, elaboración de cordaje y tratamiento de colágenos naturales con fuego), o la realización de lámparas (talla lítica, extracción de grasa animal, elaboración de cordaje y pirotecnología).

Imagen 3: A la izquierda cuadro resumen sobre diferentes técnicas de producción de fuego de un manual de
primer ciclo de la ESO. A la derecha esquema utilizado en las clases de Arqueología Experimental de la
Universidad de Burgos (Alonso et al., 2007: 179)

Tras nueve cursos impartidos de esta asignatura se ha podido concluir que la Arqueología Experimental es una disciplina que despierta un gran interés y curiosidad en los alumnos, que les proporciona conocimientos imposibles de adquirir desde otras vías de estudio y que éstos se
transmiten de una forma amena.
La asignatura de “Tecnología Prehistórica” no es la única actividad didáctica relacionada con la Arqueología Experimental realizada en la Universidad de Burgos, ya que desde el Área de Prehistoria se han organizado dos Jornadas de Arqueología Experimental. En las primeras jornadas, denominadas “Arqueología Viva: Jornadas de recreación de actividades prehistóricas” se contó con los principales especialistas de la Península que realizaron actividades de talla, pintura, caza y fuego.
En las segundas jornadas, denominadas “La experiencia como forma de conocimiento del pasado” se contó con ponentes de la propia Universidad de Burgos y un etnoarqueólogo, que realizaron talleres de fuego, cestería, enmangues e industria ósea. En ambas jornadas se cubrieron la totalidad de las plazas ofertadas y se despertó un gran interés entre los participantes por los modos de vida de la Prehistoria (Alonso et al., 2004-2005).

CONCLUSIONES
La Arqueología Experimental permite transformar un conocimiento básico (la historia de la Prehistoria) dentro de unos parámetros científicos, merced a su grado de experimentalidad. Los alumnos pueden unir la lectura diacrónica de los eventos que se han sucedido con la comprensión del modo de proceder de las sociedades del pasado. Frente a las lecturas unilineales del desarrollo tecnológico, observan que pueden obtenerse distintos resultados frente a un mismo problema, y lograr un mismo producto para adecuarse a diferentes necesidades. De esa manera llegan a comprender que los seres humanos fueron dando soluciones culturales a los retos de la vida,
inculcándoles valores de superación y solidaridad.
La apuesta por el autoaprendizaje de la Prehistoria, mediante la interactividad que se realiza en las clases de “Tecnología Prehistórica”, contribuye a una participación activa del alumnado, a una satisfacción personal por los logros realizados y a un mejor conocimiento de los modos de vida y del valor que poseen los residuos culturales que forman nuestro Patrimonio Arqueológico.

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Tiré du texte de : RODRIGO ALONSO ALCALDE, MARCOS TERRADILLOS BERNAL,  J.CARLOS DÍEZ FERNÁNDEZ-LOMANA

 

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